top of page

¿Por qué es tan difícil comenzar una terapia?

Por Elí Ganem

Ilustración realizada por Elí Ganem @ga.m.a @discursointerno


¿Terminamos postergando y procrastinando la acción de buscar, asistir e involucrarnos en nuestra salud mental? ¿Abandonamos al poco tiempo de comenzar?.

Dando como falsa solución o más bien, como buena justificación el pensar que somos nosotros los que no podemos, somos nosotros el problema. Y si dentro de nuestra estructura psíquica existe un superyó punitivo existirán enseguida preguntas similares a las siguientes: ¿Por qué se me olvido ir? ¿Por qué ya no volví a marcar? ¿Por qué no lo estoy haciendo?…

Si no existe ese juicio y uno es más bien relajado, desinteresado probablemente sólo lo tomé como una experiencia fallida y no lo vuelva a intentar. Somos tantas personas y tantas personalidades que existirán miles formas más de reaccionar a parte de las dos que mencioné. Aunque estas dos ejemplifican y se adentran a lo que busco expresar en este escrito. Previo a continuar, es fundamental decir que lo anterior es lo más común. Uno no es el problema, nadie es el problema. Si hubiera un problema, sería que nos han vendido que estar mal, necesitar ayuda y ser diferente es un error.

Así que si tú, la persona que está leyendo este texto, si ya lograste iniciar un proceso terapéutico, quiero felicitarte, pues es sumamente difícil dar ese primer paso y continuar. Existen muchas limitantes conscientes e inconscientes que nos impiden llegar a ese momento o proceso. Si tú, la persona que está leyendo este texto, abortaste la misión por la razón que fuere, no te culpes; quiero compartirte algunas de las cosas que pasan y espero que con esto, puedas darte otra chance o tu primera oportunidad de conocerte junto con un profesional de la salud.

Abandonar o rechazar la idea de una terapia, repito, es más común de lo que parece por el simple hecho de que todo ser humano tiene un mundo mental dentro de sí; que no se conoce a profundidad pero lo que se expresa tiene ciertos tintes hostiles que en su mayoría se sienten ajenos a uno, aún sabiendo que no lo son, por lo tanto, se teme que otro lo descubra. Para esta idea podríamos pensar en la famosa caja de Pandora a la que esperas nadie pueda abrir porque en el momento que eso ocurra, habrá tanto mal que se perderá el control para poderla cerrar o administrar lo que sale o entra ahí. Y esto en las personas se presenta en ocasiones con frases como: “si supieran como realmente soy, me tendrían miedo” “soy super hostil” “soy la peor persona del mundo”… u otras frases no catastróficas pero que de igual manera expresan aspectos de nuestra persona que no tenemos intención de compartir abiertamente. Por lo cual, no será gratuito no querer exponerse ante esa situación. Pero la realidad es que no hay persona en el mundo que no tenga hostilidad en sus fantasías, ni sea agresiva. Todos, absolutamente todos, tenemos un poco de todo lo que tú tienes y temes externar.

Otro motivo por el cual uno siente miedo, vergüenza, incomodidad y extrañeza ante un desconocido que esta prestando completamente atención, se da por una cuestión social que nuevamente, no es de a gratis. Como humanos que nos auto juzgamos severamente, creamos y creemos la idea errónea de que el “Otro” (terapeuta- analista) también lo haga. Sin comprender o permitirse entender que el “Otro” está ahí como un “yo” auxiliar que se presta para que tú, con el paso del tiempo, puedas comprenderte. El terapeuta, está para escuchar, desenmarañar, traducir, esclarecer pero jamás para juzgar ni hacerte cambiar a su modo y semejanza. El terapeuta se prepara por muchos años para que dentro del espacio terapéutico pueda ser lo más neutral posible y funcione como un espejo opaco en el cual puedes reflejarte.

Califique este punto como social, pues verdaderamente nunca hemos estado acostumbrados a ser el foco de atención, de manera saludable y positiva, donde el único que expone su yo, es uno mismo. Y el “Otro” solamente presta su atención activa y flotante.

Nos es más común y cómodo, pues estamos acostumbrados, a expresarnos con amigos, por medio de redes sociales, etc. Pero estos entornos siempre llevan a una conversación más simétrica donde probablemente recibirás empatía o crítica pero no una búsqueda de introyección. Por ese motivo es complicado continuar un tratamiento y si uno no sabe lidiar con las múltiples emociones que esta nueva situación presenta, optara por abandonar. Entonces pueden llegar a nuestra cabeza, frases como: “No tengo tiempo”, “Me di cuenta que puedo yo solo/a ”etc. Probablemente uno pueda solo, no hay que cerrarse a la idea de que no puede ser, pero es también cierto que la pena compartida pesa menos y se maneja mejor.

Algunos encuadres terapéuticos trabajan con el silencio, la poca intervención, con la escucha activa justamente buscan que tengas un espacio para realmente poder pensar. Por eso te piden hablar, porque cuando tú hablas y te escuchas mueves cosas, recuerdos, ideas, que destapan historias que no sabías que estaban entrelazadas pero al final todo esto se hace para que puedas entender de dónde viene el problema originalmente y eso te dé mayor tranquilidad. Con lo anterior, doy pie a un último punto, que aunque no son todos los motivos por los cuales uno abandona, o decide no intentarlo, son puntos que he notado muy presentes en las personas, independientemente de su profesión, sexo, educación, etc.

Otro motivo por el cual podemos decidir abandonar y no seguir el proceso de introspección es el empezar a mover el desequilibrio en que estamos acostumbrados a vivir. Imagina una pila de rocas de diferentes tamaños, formas que con tanta precisión logran mantenerlas intactas pero sabemos que sólo un ángulo, puede mantenerlas en pila, porque cualquier movimiento, o peso fuera de lugar, logrará derribar todo. Así es nuestra vida. Un desorden y desequilibrio que si no lo mueves, no te percatas. Y vives la vida pero dependiendo de un hilo para no terminar en el piso.

También lo podemos visualizar como un cuarto tirado, pero dentro de ese tiradero la persona que habita ahí tiene su orden y se entiende. Sin embargo, cuando alguien más llega, y ordena, al principio genera conflicto pero con el paso del tiempo ver todo más ordenado y limpio le da mayor control en su vida. Como un programa de acumuladores extremos donde se someten a soltar y a aprender a vivir en un lugar ordenado. Es obvio que cuando se ha vivido así mucho tiempo, pensamos y sentimos que eso es equilibrio, estabilidad. Pero no es así y cuando comenzamos una terapia ese falso equilibrio desaparece, ese proceso como lo expresé en los ejemplos generan molestia, incomodidad y también mucho dolor. Pero así como existe la frase: “de los errores se aprende y se obtiene el éxito” también podría existir una que diga “que del dolor, viene el cambio y por ende, la calma y alivio”

El terapeuta entiende todo esto, este texto es justo para decirte que no tengas miedo, es difícil, es doloroso, es inquietante y se siente inestable pero con el tiempo es todo lo contrario. No te castigues por no haber podido estar en una terapia, pero tampoco tires la toalla. No pienses que probablemente eso no es para ti. Esto se trata de buscar, probar y quedarse en un corte terapéutico y con un terapeuta que sea afín a tus propias necesidades.

Comments


239664121_100179832392905_5841405168345488771_n.jpg

¡Hola! Muchas gracias por leer. 

Soy psicóloga y me apasiona la escritura, si esta lectura te inspiró, recordó o generó algo; me encantaría que me lo dejaras un comentario, será un placer leerte.

  • Facebook
  • Instagram
bottom of page