Lo que se calla ahoga más.

Por Elí Ganem de Discurso Interno

Ilustración realizada por Elí Ganem @discursointerno

¿Cuántas cosas no habremos callado ya, por pensar que al hablar de ellas no las podremos soportar? Ante esa interrogante surge algo muy cierto, es complicado y doloroso poner en palabras algo que nos genera inestabilidad, de igual manera, no se debe forzar. A las víctimas de violación y abuso de cualquier índole, se les sugiere denunciar pues lo idóneo es castigar los crímenes y detener a los agresores. No obstante, no todas y todos pueden hacerlo y esa decisión no debe ser jamás criticada, eventualmente quien no pudo ni quiso levantar la voz en su momento, algún día probablemente lo hará. Tal vez no acuda a las autoridades pero de alguna manera podrá alzar la voz y darle un monto de paz a eso que callo.

El planeta es muy amplio y las realidades son bastante diferentes en cada lugar del mundo por las diversas culturas y creencias que existen; dando lugar a un sin fin de eventos externos. De igual manera, la sociedad está llena de matices y variantes, por lo que existen también un sin fin de reacciones internas individuales para sobrellevar esos eventos. Por lo tanto, las respuestas y maneras de afrontar jamás serán iguales, aunque el evento sea similar. Por lo mismo, no debería juzgarse a nadie por sus decisiones, ni a quién actúa en su momento, como tampoco a quién calla. Y mucho menos a quién habla tiempo después de lo sucedido. Recordemos que si algo no se habló en su momento, es porque no existía la fuerza emocional para afrontar, sostener y sobrellevar el trauma, más no porque no hubiera un daño emocional y mental. Siempre existirán muchas otras reacciones, por lo que vale más escuchar y comprender las necesidades de esa persona, que juzgar las acciones y decisiones que se tomaron previo o después del evento.

Ahora, ¿qué sucede cuando has callado tanto que en lugar de aliviarte, genera una sensación de ahogo, de impotencia y sobrecarga la cual prontamente explotará? Cuando las emociones de ese ‘silencio’ se convierten en algo que abruma, probablemente lo que el cuerpo está tratando de decir es que necesita expresar(se), necesita compartir eso que vivió que un Otro que sepa escuchar, sostener y acompañar. Alguien el cual sea neutral en la vivencia y tengas la confianza de que no te juzgará. Una persona que construya contigo un lugar seguro que ni en tu casa, ni con tus amistades ni tu pareja logras encontrar. Alguien que no esté involucrado en el conflicto por lo que podrá ser objetivo y asertivo en sus comentarios. Lo anterior son muchas de las funciones que el psicoterapeuta realiza, indicando que el psicólogo clínico no trabaja únicamente con los “locos”, sino que también con las personas que tienen algo que expresar y buscan ser escuchados, entendidos y acompañados.

El expresar conlleva traer a la realidad el evento, por lo que el poder poner en palabras no es la única manera sana de hacerlo, también puede hacerse por medio de la pintura, el dibujo, la música, la escritura, el baile. Sin embargo, hay otras maneras no tan adecuadas en las que tu cuerpo expresa aquello que estás callando, una de las más conocidas es por medio de las enfermedades psicosomáticas; es decir, cuando tu cuerpo tienen algún malestar pero el médico menciona que no ve ningún problema porque desde la parte orgánica no hay alteración. También se puede expresar en fobias, en trastornos alimenticios, sociales, en olvidar cosas importantes o incluso “perderte en el tiempo” lo que es mejor conocido como disociación o muchas otras formas, estas no son consideradas como “sanas” porque no hay una conciencia real del problema y al no poder procesarlo, tu cuerpo se expresará de otra manera. En cambio las otras, al permitirte sentir la emoción, darle lugar y brindar el espacio para que pueda salir a flote de manera creativa y resiliente, creas catarsis al mismo tiempo que adquieres herramientas para soportar el momento catártico.

Cualquiera que sea la manera creativa y resiliente que utilices independientemente del tiempo que te tome; date la oportunidad de fortalecerte y armarte de valentía para sacarlo a flote.

¡No necesitas hacerlo ahora mismo! Ya que no hay un tiempo estipulado cuando se habla en términos emocionales y mentales. Hazlo cuando sientas que lo puedes soportar, pues de nada sirve expresar si el resultado será un quiebre mayor al que ya se tenía.

Tomate tu tiempo, busca la ayuda o consigue los recursos que creas convenientes, cuando consideres que el tiempo llegó, permítete aliviar el pesar y suelta aquello que te inunda por dentro. Los eventos traumáticos nos hunden, sin embargo en el proceso puede que recuperemos el conocimiento y será ese momento cuando podremos salir de ese ahogo y resurgir. Es válido desear abandonar esa sensación de asfixia, anhelar respirar y vivir, al igual que es válido buscar una mano de la cual te puedas sujetar, sin importar cuánto tiempo haya pasado después del suceso doloroso. Cuando puedas expresar eso que hoy callas, descubrirás y entenderás que mereces la oportunidad de recomenzar y lo más importante, te la darás.