top of page

Cuando la pérdida es más dolorosa que la ganancia

Por Elí Ganem


Ilustración realizada por Elí Ganem @ga.m.a @discursointerno


Una vez me preguntaron ¿Qué pierde uno al ir a terapia?, a lo que me quedé pensando unos segundos... En mi cabeza no existía una pérdida sino una ganancia y seguido de ello, comprendí el sentido de la pregunta. Las personas disfrutamos de las ganancias, pero es mayor y más fuerte el sentimiento de la pérdida, aunque ésta sea de cosas, sensaciones o estados mentales que nos hacen daño.

Hace tiempo escribí sobre algunas de las razones por las cuáles es complicado dar inicio o bien sostener una terapia terapéutica y, uno de los factores era el equilibrio de rocas; en este punto describí la existencia humana. Nuestra vida, con sus motores externos e internos, se encuentra en completamente inestabilidad pero al estar apilada de cierta manera, se disfraza de equilibrio, sin embargo, este es meramente temporal y lo que nos hiere principalmente es perder esa sensación de firmeza y control. No soportamos la idea de percatarnos que no controlamos nuestra vida y que no podemos hacerlo por el simple hecho de desearlo.

También nos duele perder la idea errónea de que nuestra vida debe de ser atendida por otros al igual que perder la irresponsabilidad de las acciones propias; pues en terapia empezaremos a adquirir responsabilidad de nuestras actitudes, acciones y pensamientos de hoy en día. Claro que muchas de nuestras maneras son aprendidas e interiorizadas, que vienen de nuestros padres o tutores, pero que hoy en día, que sigamos en un loop de inconformidad, enojo y dolor es únicamente nuestra responsabilidad, no de ellos. Nos percatamos que depende de nosotros ver por nosotros mismos y ese sentido nuevo de obligación es sumamente y ciertamente pesado. Simultáneamente, ello nos lleva a una pérdida de victimización y la concientización del protagonismo en nuestras vidas, aunque nos acongoja.

Perdemos excusas, pues adquirimos conocimiento de nuestros actos, percibiendo las múltiples razones por las cuales reaccionamos y actuamos de cierta manera. Es más sencillo decir “no puedo hacer [cierta acción] porque no nací para ello/ no es lo mio / no me sale /...” Qué admitir que no puedes hacer la acción porque hay un sin fin de motivos heredados, aprendidos y propios que te impiden; ya que te invaden de miedo, desesperación, incertidumbre, enojo, flojera y más.

Corrompemos las barreras/límites que asfixian pero a la vez <protegen> pues dan una falsa sensación de refugio. “Si te quedas donde estás y no sales de la habitación o esfera en la que te metiste, no tendrás la necesidad de esforzarte de más”. El quitar estos impedimentos, permiten la visualización de un panorama más amplio con mayores posibilidades para la toma de decisiones. No obstante, la disminución de obstáculos incrementa las ocasiones para actuar y eso duele.

Pese a que es difícil siempre dar el primer paso, es ideal iniciar el proceso, tendrá altas y bajas pero en su mayoría el conocimiento de uno mismo brindará la satisfacción de saberse, conocerse, comprenderse y entenderse. Permitamos perder lo menos para ganar lo más y empezar a sanar.

1 Comment


Guest
Jan 29, 2022

Me gustó mucho 😀

Like
239664121_100179832392905_5841405168345488771_n.jpg

¡Hola! Muchas gracias por leer. 

Soy psicóloga y me apasiona la escritura, si esta lectura te inspiró, recordó o generó algo; me encantaría que me lo dejaras un comentario, será un placer leerte.

  • Facebook
  • Instagram
bottom of page