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Las distintas heridas

Por Elí Ganem

Ilustración realizada por Elí Ganem @ga.m.a @discursointerno


¿Por qué, muchas veces, nos resulta complicado conectar con nuestro dolor emocional? ¿Cuál es la razón por la que cuesta tanto darle espacio a lo que sentimos y hablar de ello? ¿Realmente es preferible fingir que nada pasó, antes de asimilar lo que ocurre y atenderlo? ¿Tienen estas ideas alguna relación con las heridas? Estas son algunas preguntas que existen, por lo que consideré adecuado hacer una analogía de las heridas psicológicas con las heridas físicas, las heridas que todos vemos, conocemos y muchos hemos tenido. De esta manera, poder dar una posible entrada y respuesta a este amplio y desconocido tema.

Cada herida es distinta, todas cuentan una historia diferente, la cual, está envuelta en una emoción predominante, llevando a algunas a marcarnos más que otras, por esa razón, es necesario un tratamiento específico y único para cada una de las múltiples heridas que tenemos, y así, ayudarlas a sanar. Hay incluso lesiones que no dejan marca y otras que sí, al grado de que cuando contamos nuestra historia, las que no nos marcan pasan desapercibidas, como si jamás hubieran ocurrido y las otras abarcan gran parte de lo que hoy somos, ya sea porque representan una gran hazaña, una cuestión de amor y valentía, una mala experiencia, alguna enfermedad, o accidentes, los cuales nos perjudicaron en el camino.

Algunas de las cicatrices que perduran a lo largo de nuestra vida, nos alteran la autoestima (positiva o negativamente) y otras simplemente están sin causarnos algún cambio. No será igual una cicatriz generada por la donación de un órgano a un ser querido, o la cesárea después de dar a luz al bebé que esperabas con mucho amor y anhelo; a la marca que muchos tenemos en el brazo, tras una vacuna que recibimos durante la infancia; tampoco será igual a las huellas que nos deja la enfermedad, los accidentes o las malas decisiones, tomando en consideración que el dolor, enojo y decepción se agravan cuando la marca se encuentra en un lugar fácilmente visible, para uno mismo y para otros.

Varias de estas lesiones y marcas impedirán el desenvolvimiento genuino con nuestro entorno, incluso podremos tener pensamientos de valía a raíz de cómo nos ven los otros. Surgirán miedos alrededor de la marca que tenemos: miedo de que nos rechacen, miedo de no ser queridos, miedo de ser abandonados o criticados, miedo de no poder vivir nuevamente felices o en su defecto, conocer la felicidad.

Las cicatrices no desaparecen, sin embargo, podrán desvanecerse con tratamiento, o se notarán menos. No desaparecen a menos que la herida haya sido muy delicada y superficial, pero mientras más profunda sea, la marca será más intensa. Y con ello es también importante mencionar que las heridas sanan desde el interior hacia la superficie, por este motivo, muchas veces se siente lento el proceso. Éstas evolucionan distinto a lo largo de nuestra vida; cuando somos jóvenes, sanan con mayor facilidad; cuando somos mayores, tardan más en sanar. No obstante, siempre y cuando se atiendan, tendrán una sanación adecuada, de no ser así, independientemente de la edad que tengamos, posiblemente se contaminen y eventualmente se hagan más grandes.

Es importante entender y saber que no hay cura para las cicatrices, tampoco una cura para cuando el corte está completamente expuesto, no es una enfermedad, es solo una herida que sana y se recupera; para ello es necesario evaluar la gravedad y atenderlo de la manera adecuada con el profesional conveniente. Quedará una marca, pero con los cuidados y las atenciones requeridas, probablemente no sea tan fatal. También es importante considerar que el resultado de cómo quedarán, es impredecible, pues la condición de la piel y la cicatrización es completamente diferente en cada persona. Habrá personas que hayan pasado por la misma situación pero la cicatriz quedará distinta en cada uno. Eso solo significa que somos distintos y necesitamos diferentes atenciones.

El mecanismo de las heridas en nuestra mente y autoestima funciona igual, aunque no se ven, también dejan cicatrices en nuestra persona. Toda situación nos afecta distinto; la pérdida, el engaño, el abandono, la muerte, el fracaso, la imposibilidad, las peleas, los regaños, las palabras, el desinterés, el abuso, la soledad, la competencia, el desempleo, y más…a pesar de ser circunstancias que cualquier hemos vivido o podríamos vivir, no nos afectarán igual a ninguno de nosotros, y por eso no deberíamos intervenir y juzgar sin conocer, sin entender. Es muy fácil decir “que exagerada/o” “que dramática/o” “no es para tanto, deberías de hacer ___” porque no vemos la herida, pero que no la veamos no significa que no está.

Las heridas del alma, al igual que las heridas físicas, cuando no son atendidas se vuelven más grandes y son más difíciles de sanar. Teniendo como resultado personas adultas con una supuesta madurez para afrontar cualquier adversidad que se sienten más pérdidas, hundidas y dolidas que nunca. Que exista terapia infantil, no es gratuito, las heridas que se trabajan desde jóvenes son más fáciles de sanar. Pero esto no significa que ya sea tarde, la realidad es que nunca lo es para atenderse con un profesional.

Que trabajemos con nuestras heridas, cicatrices y moretones, no significa que exista un “borrón y cuenta nueva” no se eliminan, simplemente se sanan, se ven desde otra perspectiva, se alimentan de otros factores de nuestra personalidad, y eso que en algún momento dolía, ya no duele más, pero todo es con tiempo y dedicación, recuerda que estaremos trabajando desde lo más interno de nuestro ser hasta llegar a la superficie de lo que somos.

Para finalizar, recuerda esto, “cada herida sana de manera distinta”, que quiero decir, profesionales de la salud habrá muchos, de diferentes corrientes terapéuticas y cada uno tendrá sus fortalezas y debilidades, (viéndolo como teoría y como individuos). No hay “mejor o peor” psicoterapia, hay psicoterapias que servirán más para algunos problemas que otros, y es por ello que es necesario informarse de estas diferencias. Lo que te puedo comentar en este escrito es que tu salud mental la tienes que tratar con un verdadero profesional, alguien que estudió psicología y posteriormente hizo una maestría en cualquier corriente psicoterapéutica, para que realmente pueda guiarte, ya que todas existen para acompañar a sanar al individuo. También es importante que encuentres a alguien con quien te sientas en confianza, sin importar la corriente terapéutica ejercida por el profesional, puesto que el tipo de relación que se genere en el espacio terapéutico es lo que determinará tu mejoría. Trabajar con tus heridas es sanar tu alma y aunque tome mucho tiempo, que hayas comenzado es de valentía, pues lo más difícil siempre es el inicio; recuerda que durante el proceso nunca estarás solo/a.

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¡Hola! Muchas gracias por leer. 

Soy psicóloga y me apasiona la escritura, si esta lectura te inspiró, recordó o generó algo; me encantaría que me lo dejaras un comentario, será un placer leerte.

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