Lo doloroso también necesita voz.

Por Elí Ganem de Discurso Interno

Ilustración realizada por Elí Ganem @DiscursoInterno

¡Qué complicado es hablar de lo doloroso, cuando los sentimientos que ello genera son todo menos agradables! Y aunque curiosamente nos guste ‘vivir’ la vida, cuando estamos en los momentos fuertes, dolorosos o de incertidumbre, no lo soportamos del todo. Pareciera que sabemos que en esta vida no solo somos blanco o negro, sino matices de grises e incluso de otros colores, pero cuando estamos en los extremos, sobre todo en lo “negro” no lo queremos afrontar pensando que ‘no merecemos estar en esa situación o viviendo ese momento’.

No obstante, el vivir momentos desagradables y permitir experimentar las sensaciones incómodas que se generan, nos ayudará a aprender y fortalecernos. Con ello no menciono que es ventajoso ser victima de maltrato o violación, vivenciar pérdidas o experimentar duelos. Al contrario, duele y duele demasiado, inclusive es tal el dolor que muchos no lo soportan y prefieren quitarse la vida.

Por otro lado, habrá quienes se mantienen ‘sobrevivientes’ o más resistentes ante las vivencias dolorosas, dándole razón a la famosa frase “lo que no te mata, te hace más fuerte”. Sin embargo, en ocasiones, esta ‘fortaleza’ se da cuando esconden lo desagradable pretendiendo que <no existe> desconectandose, a su vez, de sentimientos que son importantes para poder seguir adelante y desenvolverse en diferentes pilares de la vida.

En consecuencia, podemos encontrar personas incapaces de llorar cuando algo fuerte sucede y no todos lo vivirán de la misma manera. Algunos no tendrán noción del sentimiento porque no están conectando con ello; otros lo viven como una gran frustración porque desean hacerlo pero no pueden; mientras que otros sentirán el nudo en la garganta, el dolor en el pecho, la sensación de lágrimas y más pero no se permitirán expresar la emoción por el que dirán y para no sentirse “débiles”. Esto lo pueden vivir hombres y mujeres, sobre todo hombres, porque culturalmente se les ha enseñado que los “hombres no lloran”.

Observamos personas que les cuesta trabajo soltar, pues hacerlo y tomar decisiones les haría enfrentarse a emociones y momentos los cuales no quieren afrontar; y ahí se juegan muchas más situaciones y emociones. Gente con demasiada culpa por pensar en cambiar el escenario en el que están envueltos, por lo cual, optan no hacerlo. Sujetos que no son capaces de discernir ‘lo más por lo menos’ decidiendo no soportar unos cuantos momentos de duelo por mantenerse en un círculo vicioso doloroso y frustrante. Personas que creen que no merecen algo más, recibiendo las migajas que otros les otorgan, justificando(se) que el Otro no lo hace con mala intención.

También podremos notar que hay personas que simplemente no pueden entablar o mantener relaciones de ningún tipo (amorosas, laborales, o amistosas) pues en el momento que se sienten vulnerables/comprometidos/comparados/decepcionados o simplemente son sacados de su zona de confort deciden, de manera consciente o inconsciente, abandonar todo. Sin percatarse que mucho de eso, tiene que ver con sentimientos no bien elaborados, porque no se dieron la oportunidad de hacerlo.

Incluso personas que no se dan la oportunidad de mostrarse vulnerables ante otras, por lo que jamás piden ayuda aunque la necesitan y anhelan. Ya que creen que sí se permiten externar lo doloroso re-vivenciarán aquello que en su momento les dolió, sin tener conciencia de que ya pasó y sobrevivieron porque puede y tiene la capacidad de hacerlo. Sin embargo, hablar no los hará débiles, al contrario, los hará fuertes y lograrán sentirse escuchados.

Del mismo modo, habrá otras maneras de actuar entre nosotros que resguardan emocionalidades muy bien ocultas, y aun así, estas acciones no siempre serán del todo beneficiosas para quien las hacemos como tampoco para quienes las recibimos. Por ello es importante también darle un espacio a lo negativo, permitirle expresarse, abrazarlo y hablarlo con alguien.

Solemos tener miedo de hablar porque pensamos que a la hora de hacerlo nos pondremos ‘peor’, y eso no es del todo real. Es cierto que moverá algo en nuestra mente y cuerpo; no obstante, el percibir el apoyo y la escucha del Otro, nos ayudará a nosotros a auto-escucharnos y sentirnos mejor. Tener un Otro funge como un abrazo y resguardo que estando solos no tenemos, asimismo el hablar nos ayudará tal vez no a estar entusiastas, pero sí a liberar la tristeza y ello nos dará un tanto de felicidad y tranquilidad. Darle oportunidad de expresión, nos permitirá observar que son necesarios el caos y la calma en nuestras vidas para sentirnos vivos y que no por darle espacio al caos, la calma se anula.

Cuando lo hagamos, nos daremos cuenta que el miedo, el dolor, o lo “negativo”, no es más que un punto negro en una pared blanca y dependerá de la distancia en la que estemos, el tamaño en el que lo percibamos.