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Cuando el dolor es inevitable

Por Elí Ganem

Ilustración realizada por Elí Ganem @ga.m.a @discursointerno


“¿Cómo puedes estar en contacto con el dolor y lidiar con él, cuando muchos buscamos evitarlo?”, hace un tiempo me hicieron este comentario. Es una situación real, pero muchas veces no es por una cuestión individual, sino socialmente aprendida. Por ejemplo, el típico “ahogar las penas en alcohol”. Y así como el alcohol, existen muchas otras formas de evadir el dolor: las drogas, la comida o realizar actividades extremas son algunas maneras; aunque la realidad es que cualquier actividad puede fungir como motivo de evitación, cuando la razón por la que se hace es esa.

Me pregunto, por qué es tan complicado contactar con el dolor; llegue a la conclusión que siendo un sentimiento tan fuerte puede tener un sin fin de razones y vertientes del porqué, una de ellas es que estamos tan inmersos en pensar la vida como un “deber” de constante progreso y el dolor como “fracaso”, como un pozo sin fondo del cual uno cae y no puede salir. Y la vida realmente no es así, la vida no son negros o blancos, buenos o malos. La vida consta de matices; de altas, bajas y sobre todo medias, así como las montañas.

En estas, se emprende un camino en el cual se viven muchos cambios: habrá ocasiones en las cuales se tenga toda la energía para andar; existirán momentos donde se necesite tomarse un descanso para agarrar un poco de fuerza; llegarán momentos donde incluso se tenga ganas de llorar pues el esfuerzo realizado, en ocasiones rebasa cualquier límite vivido y también habrá momentos donde sea necesaria la ayuda de otros o algo para sostenerse; y no porque no se pueda emprender el camino por uno mismo, sino porque ese soporte externo, es necesario para el trayecto. Muchos se estresan en el camino y desean abandonarlo, pero si logran permanecer en esta montaña llamada “vida”, al llegar al objetivo personal, el resultado será satisfactorio, gratificante, pleno y ameno.

En el camino, en las circunstancias agradables, no se tiende a cuestionar nada, simplemente se disfruta. Sin embargo, cuando se está en decaimiento emocional, físico y/o mental, se cuestiona todo “¿por qué estoy aquí?, ¿por qué estoy haciendo las cosas?, ¿para qué?..”, pero es doloroso afrontar estas preguntas, así que se evitan; pues es más fácil fingir que lo malo no pasa que afrontarlo. Sin saber que evitar solo lleva a más evasiones a futuro; resolver preguntas no genera más dolor, muchas veces dan la fuerza necesaria para volver a intentarlo.

Afrontar el dolor nos invita a lidiar con este y entender que esta faceta es parte de la existencia, a veces cuesta reconocerlo pero no hay éxito sin haber fracasado previamente, no existe un proceso satisfactorio sin un arduo esfuerzo, no hay conocimiento sin haber aprendido con antelación, no hay cambios sin reconocimiento previo del problema. Las bajas y las altas son parte de las medias, y todo eso en conjunto se llama armonía, y la armonía es vital para una vida sana.

El dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional, hay que perder el miedo de afrontar esa realidad, de no ser así el dolor únicamente se hará cada vez más grande, pues este se vuelve más fuerte cuando permanece en silencio. Atender y entender los sentimiento que nos invaden en toda situación nos permite seguir avanzando en la montaña, al final el camino no siempre será cuesta arriba, ni será una constante bajada, siempre habrá momentos de planicie donde no cueste trabajo andar.

1 commentaire


Invité
26 avr. 2022

Hola soy Gelo, gran tema de debate, asumir la culpa nos inmoviliza mejor gestionar las corresponsabilidades con enfoques acertivos y evolutivos, gracias por compartir bendiciones 👏👏👏🙌✨🙏

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¡Hola! Muchas gracias por leer. 

Soy psicóloga y me apasiona la escritura, si esta lectura te inspiró, recordó o generó algo; me encantaría que me lo dejaras un comentario, será un placer leerte.

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