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Adaptarnos a nuestros tiempos

Actualizado: 2 mar 2022

Por Elí Ganem


Ilustración realizada por Elí Ganem @ga.m.a @discursointerno


¿Cuándo es el tiempo perfecto para hablar sobre los traumas que nos acontecen? ¿Por qué a veces es tan complicado tocar ciertos temas? ¿A qué se debe que algunas personas pueden hablar enseguida y otras tardan años en externar aquello que les marca y duele?

Actualmente observamos a mucha gente tomando coraje para hablar sobre eventos complejos, fuertes y traumáticos que les ocurrieron en algún momento de sus vidas; ya fuera en la adultez, en su adolescencia, o bien, en su niñez. Desafortunadamente para estas personas que adquieren fortaleza para afrontar su historia, muchas veces las reacciones que reciben de otros son constantes dudas sobre la veracidad de su relato y con ello la importancia restada de lo ocurrido, sin pensar que estas acciones re-victimizan y quiebran la valentía que consiguieron para poder alzar la voz; además, la postura que generalmente se toma no sólo afecta a la víctima misma, sino también a muchos otros que fueron o son afectados por algo similar y aún no se atreven a confrontar su realidad.

Ante estos hechos podremos ver diferentes reacciones: personas que hablen prontamente, algunos que les tome meses, otros años o incluso aquellos que jamás comenten lo ocurrido; algunos lograrán percibir que <aquello> no debió de haber sucedido, mientras que otros (por un tema mental, cognitivo, familiar o social) no puedan asimilar o identificar que algo está mal. Alguien podrá y querrá ir a terapia y otro, no. Algunos, desde las primeras sesiones podrán encarar su vivencia y a otros les tomará tiempo abrirse para tocar ese tema. Habrá gente que viva como si nada ocurriera y seguirán adelante, mientras que existirán otros que se hundirán en vida. Todas las reacciones son entendibles y no es nuestro papel dar juicios de valor ni de credibilidad; no se trata de asegurar que una no vale o que la otra es más importante. Y mucho menos pensar que una manera es la “adecuada y la correcta” y creer que cualquier reacción fuera de esa “norma” es inválida.

Cada individuo tiene diferentes herramientas para afrontar su vida y con ello la capacidad de trabajar y lidiar con los asuntos que le ocurren. Nos encontraremos con personas que tendrán una estructura mental más estable y firme para poder hablar sin fracturarse en el proceso, mientras que existirán otras a las cuales les tomará tiempo hablar sobre ello, pues están tan frágiles que el solo hecho de expresar, los derrumbaría. Cada uno necesita su propio tiempo para tomar valentía y fortaleza para hacer frente a sus traumas y dolencias. Por ello, en ciertas ocasiones es complicado hablar con alguien sobre algo que le hiere, ya que no basta con el hecho de “estar” sino también son necesarias la apertura, la escucha, la paciencia, la neutralidad, el entendimiento y la empatía, ya que la recuperación emocional tiende a ser lenta por su proceso de sanación y fortalecimiento, el cual viene desde adentro para afuera.

Pensemos que dentro de nuestro interior tenemos un ‘reloj emocional’ el cual avanza a un ritmo distinto en cada uno de nosotros,por lo que es vital ser pacientes y tratarnos con entendimiento ya que un día nos sentiremos listos para hablar.El tiempo es algo tan incierto por lo que no existe el momento adecuado/indicado/correcto para externar o sanar. No es como el esperado ciclo de la vida en donde uno nace, crece, aprende, experimenta, envejece y muere. Cuando se trata de traumas, el ritmo es distinto y juega en diferentes direcciones, por lo que no es ilógico o extraño observar, algunas veces, niños más preparados emocionalmente que algunos adultos, o cruzarnos con alguien que se mantuvo estable mucho tiempo de su vida y extrañamente un día se desestabiliza y derrumba; o en su contrario, alguien que estuvo muchos años mal y sorpresivamente un día vuelve a sentir que la vida le da una segunda oportunidad.

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¡Hola! Muchas gracias por leer. 

Soy psicóloga y me apasiona la escritura, si esta lectura te inspiró, recordó o generó algo; me encantaría que me lo dejaras un comentario, será un placer leerte.

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