El momento indicado
- Elí Jess Ganem Kuri
- 31 ago 2022
- 3 Min. de lectura
Por Elí Ganem de Discurso Interno

Ilustración realizada por Elí Ganem Kuri @DiscursoInterno
Como sociedad tendemos mucho a dudar, arrepentirnos y culparnos por el “momento” en que hacemos algunas cosas, o bien, evitamos hacerlas. Pensamos demasiado si era o no el “instante correcto” para actuar y como consecuencia, tendemos a incomodarnos con el desenlace o resultado de la acción, ya que la culpa de haberlo hecho es tan grande, que nos invade completamente.
Cuando hablamos del “momento indicado” surgen diversas ideas. La principal y más común es que se cree que siempre existe una “oportunidad más idónea” para hacer o decir algunas cosas. También se piensa que el “tiempo indicado” no ha llegado porque consideramos que “aún no estamos preparados” y por ende, valdría la pena esperar para contar con más herramientas y poder afrontar la situación adecuadamente. Sin embargo, cuando esto último sucede, podemos también visualizar la otra cara de la moneda, puesto que existe demasiado arrepentimiento por lo “tarde” que se tomó la acción de algo, pensando que hubiera valido la pena hacerlo antes, ya que así, se habría aprovechado el tiempo, los recursos y la energía.
Este “momento” que todos buscamos, lo podemos ver en las constantes preguntas que comienzan con un cuándo. Algunos ejemplos pueden ser: “Cuándo voy a poner límites”; “Cuándo buscaré el trabajo que realmente quiero”; “Cuándo comenzaré a cuidarme”; “Cuándo decidiré terminar esta relación que me hace tanto daño”; “Cuándo le diré que me gusta”; “Cuándo diré lo que siento”; “Cuándo le perderé el miedo”; “Cuándo me consentiré”; “Cuándo me pondré esto que no me atrevo a usar”; y así un sin fin de “instantes” que no llegan porque postergamos o justificamos para no afrontarlos.
Tomando como base lo anterior; no ponemos límites porque muchas veces estos son hacía nuestras familias o personas más cercanas y tememos crear un quiebre en la relación. No hacemos lo que queremos o nos apasiona por miedo a no ser suficientes y pensar que existe la posibilidad de fallar, entonces lo dejamos para después. No nos cuidamos porque somos lo último que atendemos en nuestras vidas, porque de ponernos primero nos llamarán “egoístas”. No terminamos relaciones porque justificamos que hay niños de por medio o mucho tiempo invertido por lo que decidimos continuar pisoteando nuestra paz mental. No nos consentimos porque “hay cosas más relevantes que atender”. No usamos cierto tipo de ropa por los cánones de belleza establecidos que la mayoría de las veces nuestro ‘cuerpo natural’ no cumple, privandonos de nuevas experiencias. No nos atrevemos a decir lo que sentimos por miedo al rechazo, la burla o el fracaso y después nos enteramos que “ese instante” era la oportunidad para poder tener algo extraordinario. No perdemos el miedo a atrevernos, hablar con gente y tomar decisiones porque decidimos postergar ya que damos por sentado que habrá un día mañana, sin pensar que tal vez el último día de nuestras vidas puede ser el que estamos viviendo en ese momento.
Pensemos que así como postergamos, también podemos encontrar las razones por lo cual vale la pena tomar acción. Entendiendo que los “momentos indicados” se ven de las siguientes maneras: vale la pena poner límites sin importar el escenario y personas que tenemos enfrente, porque los límites son sinónimo de estructura y por ende, de amor. Vale la pena hacer lo que nos apasiona porque así como hay posibilidad de fallar, también existe posibilidad de tener éxito. Vale la pena cuidarnos porque si no nos cuidamos a nosotros mismos, ¿cómo podemos cuidar de otros?. Vale la pena soltar relaciones que no funcionan cuando aún hay respeto y no cuando ambas partes ya están muy lastimadas a punto de quebrar. Vale la pena consentirnos y atendernos porque somos nuestro mayor regalo. Vale la pena experimentar y atrevernos porque solo así podremos encontrar lo que nos gusta y lo que nos disgusta, al igual lo que nos hace sentir cómodos y lo que no. Vale la pena discernir si el miedo que tenemos es uno que protege ante un peligro real o es ficticio el cual nos limita, porque solo así, empezando a separar nos daremos la oportunidad de atrevernos, aprovechar y valorar las oportunidades que se nos aproximan.
No existe una regla que indique que lo “ideal” era hacerlo antes o después de cuando realizaste la acción; el “momento realmente indicado” fue, es y será cuando lo hagas, independientemente de lo que esté pasando en el entorno o cómo reaccionen los demás. No te preocupes si aún no lo haces, lo harás cuando tenga que suceder. Y si ya lo hiciste, ¡felicidades! porque de verdad es difícil y da miedo dar siempre el primer paso, ya que estás ahí, disfruta el proceso, con sus altas y bajas y aprende de las enseñanzas del nuevo camino que estás recorriendo.
Comments