Menos muros y más puentes.

Por Elí Ganem de Discurso Interno

Ilustración realizada por Elí Ganem @discursointerno

En muchas ocasiones las personas no creen el relato de una víctima (cualquiera que sea su género) si esta no cumple con llanto, pánico, terror, etc. Es decir, pareciera que necesitamos ver mal y derrotada a una persona, para creer en parte o mínimamente lo que dice. No obstante, las personas no siempre responden así.

Y valdría la pena echarle un vistazo a por qué es complicado creer o por qué nuestra respuesta inicial es de negación. Habrá muchas más respuestas de las que mencionaré aquí pues como mencioné anteriormente, no siempre respondemos igual. Puede que nos genera tanto dolor que nos cuesta mucho trabajo procesar la información y por inercia la negamos sin comprender que la reacción, aunque no se hace con dolo, termina siendo negativa en el otro. O quizás que quien te escucha también sea o fue víctima y por lo que le resulta difícil crear empatía contigo, por el shock, enojo, asco, rabia y dolor que la experiencia le generó y se alimentó de ella/él. Tal vez es tal impacto que la persona es incapaz de asimilar la información por eso actúa como si nada pasara, pues no todos tienen la capacidad de escucha, de empatía, de manejo de emociones fuertes. O en su mayoría, los enormes muros de desinformación y desconocimiento con los que interactuamos, y que por ello es importante construir este y otros puentes de comunicación.

Hay otras reacciones que no ocurren en el momento, sino que van expresándose con el paso del tiempo, o no son las que esperamos ver, dicho de otra manera, serán algunas que si las notamos aisladamente no las podremos relacionar con el acontecimiento. Algunas de estas son: la hipersexualización, en términos más coloquiales serían personas que a edades tempranas que no cuentan aún con madurez están comportándose como adultos en lo sexual; el orinarse en la cama a edades avanzadas (enuresis nocturna); los trastornos alimenticios; las pesadillas, algunas fobias como puede ser el miedo a salir de casa o interactuar con otros; la agresión a otros o uno reflejándose en autoflagelación; el tener pensamientos y conductas suicidas; la ansiedad; las lagunas mentales; las adicciones; la excesiva desconfianza; algunas actitudes compulsivas e incluso obsesivas; la pérdida de interés por algo que antes se disfrutaba; el distanciamiento social… Estas son algunas de las reacciones que podrían reflejar que una persona fue o es víctima de un abuso.

Ello NO significa que si ves a una persona con fobia social, es porque es víctima, o que si tiene trastornos alimenticios, también lo es. No, no caigamos en generalidades porque son estas, las que han provocado que tanta gente sea mal atendida, no creída y por lo tanto permanezca callada. Significa que es importante abrir nuestro panorama y empezar a prestar atención. Recordemos que no todos pueden poner la problemática en palabras y es su cuerpo y acciones, las que gritan que los veas, que los entiendas, les creas y los ayudes.

Hablo de gente, porque no solo las mujeres pasan por esto, también los hombres y aunque se conoce que son menos los casos en cuestión de cantidad, eso no es sinónimo de que no ocurra.

- Tanto hombres como mujeres tienen derecho a ser creídos cuando cuenten su relato.

- Tanto hombres como mujeres no deben ser re-victimizados.

- Tanto hombres como mujeres no merecen el menosprecio ni la burla de la sociedad por vivir algo que no tuvieron la culpa. Ni las mujeres están manchadas, como tampoco los hombres son menos hombres.

- Tanto hombres como mujeres deberían poder expresarse, alzar la voz, tener la confianza y seguridad de que se les creerá y se les atenderá como se debe y merecen.

- Tanto hombres como mujeres no merecen cargar con la pena de lo que les pasó, pedir perdón por externar su dolencia, o sentir que no valen la pena y decidir callarlo como un oscuro secreto.

Es necesario hablar del tema, porque es muy real qué hay actividades o acontecimientos que consideramos “normales”, pero cuando esas las hacen hacia nosotros; nuestra mente, conducta y cuerpo nos dice que no es tan “normal” como dicen y más importante, <no está bien>. Es importante hablar de temas incómodos porque esta es una de las maneras de cambiar la perspectiva con la que vemos las cosas y ampliar el panorama y la objetividad. Es fundamental y primordial tocar el tema aunque sea crudo y nada grato, pues cuando entendemos nos volvemos más empáticos y al ser empáticos dejamos de dudar de lo que nos dicen, pues comprendemos que no siempre se reaccionará de la misma manera.

Dejemos de esperar ciertas actitudes o acciones para creer en las víctimas, empecemos a ver y observar los finos detalles en los que esas personas que conocemos de siempre, cambiaron; comencemos a dar una mano amiga para que ellos no terminen en actividades que los llevarán a la tumba. Ayudemos como podamos, ya sea escuchando, respetando, acompañando, guiando o creyendo.

Como psicóloga y escritora quiero darte un lugar a ti que me lees, quiero que encuentres en mis palabras, tranquilidad, apoyo, entendimiento. En mi futuro espacio profesional, un lugar seguro para poder hablar, trabajar y sanar. Quiero que por mi profesionalismo no pese más si eres hombre, mujer, es tu primera vez o has sido víctima muchas veces por diferentes personas o una sola, sino que pese la seguridad de que no serás juzgado/a, no serás revictimizado/a y que trabajaremos en ti y lo que decidas hacer. Que por el método de trabajo que utilizaré y mi ética como persona y profesional confíes en la psicoterapia y la encuentres como un espacio para ti para trabajar estos temas fuertes como otros de lo que he escrito antes y muchos más.